Mi Santuario – Capítulo 2. Una memoria del Inframundo

Ometeotl… Ilustración en Grafito con intervención digital.

Autor: Gabriel Aceves Higareda

“Pedir perdón es un acto de valentía, Perdonarse es un acto de amor propio, saber que no hay nada que perdonar, es entenderlo todo” –Vivi Cervera-

Me deslicé hasta la profundidad de una herida oculta bajo la tierra. Una vena que corría en picada hasta la intimidad de aquellas noches en las que supliqué a Dios por una muestra de su misericordia que se viera consumada en mi eterno descanso al lado de ella… Allí donde reclamé a la vida por esta inconciliable sensación de despropósito ante el gran misterio que supone el nacimiento de un YO como el de cualquier otro. Allí donde denuncié la falta de una explicación lógica y racional a la existencia de la vida misma. Allí cuando gritaba en medio de la incomprensión de mi sola existencia, clamando en el delirio del vacío que habría sido mejor jamás haber nacido. Y así precipitándome a toda velocidad en el interior de aquel abismo sin fondo.

Los hilos de agua a mi alrededor que caían conmigo obedeciendo el sentido de la gravedad, en la misma inercia involuntaria que la sangre en el interior de mi cuerpo; comenzó a entretejerse en hebras de hilos bajo mis pies, tejiendo andamios de telas cristalinas que poco a poco me llevaron a recorrer su intrazable escalera descendiendo en aquella espiral infinita de luz hasta encontrar tierra firme bajo mis pies… Luz espiral que se refractaba en el interior de aquel abismo, donde la lógica dictaba que habría de estrellarme en mitad de alguna pared oculta por la más densa penumbra, en su lugar encontré un suave descenso de vuelta a tierra, y vaya tierra sagrada aquella en la que me encontraba.

Lo primero que avistaron mis ojos, fue un coloso de arena que se erigía como una torre por encima de las montañas en un valle rebosante de una vida correspondiente a otro orden, donde el símbolo y el mito se veían trascendidos por efecto de su inexplicable materialización. Estaban ante mí, moviéndose en todos los colores y configuraciones concebibles… todas hermosas, tenebrosas, pequeñas y gigantes, profundas y simples, pero definitivamente incomprensibles…

Seres etéreos emergen sobre la superficie de un océano dorado, en el que hebras de luz entretejen la trama de la realidad. Líneas que vibran luz y resuenan creando el espacio mismo donde viaja o enmudece el sonido… la totalidad de cada ser y cada criatura que envuelve la luz a su alrededor para lanzar una señal a los otros a su alrededor y conectar con algo más que su cuerpo o su presencia, pues estos seres pueden ver en su eseidad, la energía que es, que la envuelve y que la hace ser ante los demás lo que es, en el orden que le corresponde y no otro, al menos por lo que dure el instante que configura su presente…

Veo el pausado avance monumental de una de las piernas de aquel coloso de arena cruzando el mar a pasos agigantados trasladando consigo montañas de piedras y arena que envuelven su cuerpo hasta encontrarse en la orilla de aquel océano dorado compuesto de no más que aquella vibrante luz. Sobre sus aguas se recuesta lentamente, y su cuerpo comienza a endurecerse súbita e inmediatamente con cada caricia de la marea, las cuales enverdecen poco a poco el terreno que sirve de hogar a un sin número de criaturas que comienzan a trepar joviales a su alrededor para habitar el cuerpo del coloso, desplazándose con facilidad y gracia en medio de aquellos planos caóticos.

El cielo es surcado por serpientes de cristal que se enredan en las nubes con giros ascendentes y descendentes que entretejen la sutilidad de las corrientes del aire…

Recuerdo como temía que llegara el día en que me quedara sin palabras, hasta que soñé, o tal vez viví por un instante, con el edén del cual no puede decirse, escribirse o explicarse nada que haga justicia a la visión de aquellos gigantescos seres que sobrevolaban el espacio sobre la más ligera y liviana de las esencias…; tal vez los dioses fueron bastante misericordiosos al volver al hombre ciego, no porque no desearan compartir su poesía más pura de la forma en la cual éstos expresan el movimiento de su existir, sino porque tras la creación, es necesario transitar una vida en contemplación y experiencia de su tránsito para llegar a siquiera apreciarlas. Cuerpos tan gigantescos que son gravitados por ballenas aladas trazando espirales en torno a sus incalculables proporciones, es apenas el sueño de marineros y viajeros intergalácticos.

La mirada perdida y perpleja ante la belleza del sin sentido que pintaba aquellas infinitas imágenes, de pronto fijo la atención en un trecho lejano, un símbolo difuso que auguraba otro umbral en medio del cielo. Un ojo me mira a través del portal que en silencio observa en lo más profundo de mi ser; siento que me conoce, aunque no tiene ni cejas o párpados; soy uno más en los reinos del Xibalba, o tal vez… uno que ya ha estado y que viene de allí…

Desciendo la mirada hacia el horizonte donde una presencia solicita mi atención, y veo sobre la colina de escamas de un cocodrilo gigantesco que se pasea como un titán entre las aguas, a un descarnado vestido y arropado por millones de moscas de color azul escarlata, que relucen un atuendo similar al de los danzantes concheros.

Extendió su brazo hacia mí, levantando al cielo una nube de moscas que al vuelo desdibujaban la capa negra de su majestad la cual se desmoronaba y desvanecía al instante en aquella nube que en un vuelo veloz materializó nuevamente la totalidad de su ser ante mí. La mirada inmutada y serena que viene desde lo profundo de aquellas cuencas del cráneo me contemplan en silencio, sin juicio, sin miedo, sin odio o amor. Una parte de mi insiste en correr, pero mientras mi mente me habla, grita y advierte de la muerte, el cuerpo y mi corazón me hablan de la vida.

  • ¿Qué haces aquí…? (murmuró) Aún no es tu hora…
  • Me perdí… (respondí)
  • ¿Te perdiste?
  • No encuentro belleza en la vida, temo haberla perdido. (le respondí).
  • ¿Tú qué sabes de belleza? (Expresó con fría elocuencia.)

En ese momento, en mitad de aquel sueño, vino el recuerdo de otro sueño que alguna vez soñé, en el cual vi a la muerte cuando aún era joven y deambulaba por la existencia observando los latidos y respiros de los seres, fascinada de cómo estos sentían con el cuerpo, con la carne, pero sobre todo, con la interacción de y con todas las energías visibles y no visibles, presentes y no presentes. Encontrándose tan apasionada por la fragilidad de su esencia, y la valentía de aquellos que se aventuraban en su experiencia a pesar del inconmensurable riesgo y costo de su pérdida, la cual resuena como una condena infranqueable en toda forma y expresión de su existencia… pues hay un final para un inicio, una exhalación para una inhalación, ella no pudo evitar entrar en contacto con uno de aquellos divinos seres, y éste se desplomó en sus manos al instante, pues tocó su esencia vital y la consumió sin poder evitarlo, como un agujero negro atrapa inevitablemente la luz de una estrella. Y entonces respondí:

  • Hace mucho tiempo, vi a la muerte enamorada, un día mientras caminaba con distancia y prudencia entre todos los seres, con serena y férrea paciencia ante su deseo por conocerlos, siempre con solemne y sacra cautela, pues si su fascinación por la vida sobrepasaba su límite, ella no podía evitar entrar en contacto con ellos, haciendo que se desplomaran al instante. Por eso la vi aguardar con paciencia el momento de su máximo esplendor…, tal como aguarda pacientemente el último rayo del sol, pues al atestiguar el nacimiento del universo supo que de igual modo un día éste llegaría a su fin, pues ella existía como el fin. Un día deambulando por la existencia, contempló un venado azul con 5 patas y 7 osamentas tan grandes frondosas y rebosantes de vida, y fue tal su asombro y admiración por una criatura tan única que no pudo contenerse y lo tocó, pero al hacerlo, los bosques y la vida en ellos comenzaron rápidamente a morir, pues en su fascinación no se percató de que no tocó a un venado cualquiera, pues éste no era tan sólo un príncipe del bosque, sino que tocó a uno de los dioses e hijos directos de la naturaleza.

Entonces los seres del bosque comenzaron a protestar a la muerte su descontento por lo que había hecho, y hubo hasta quienes reclamaron por su presencia y su sola existencia; pero la muerte, quien no era solo destructora, dejó que su fascinación y pasión por la vida, hablaran por ella, así que tomó una semilla del suelo, la cual no pudo originar árbol pues murió antes de nacer y la muerte lloró su primera y última lágrima, colocó entonces la semilla muerta con su lágrima sobre el cadáver de aquel venado de 7 cuernos con el que había soñado cuando era niño, y al depositarla sobre éste la muerte se mezcló con la vida y la semilla muerta comenzó a moverse con la sutil vibración y latido de la existencia. Así surgió la primera larva, ésta comenzó a besar los restos del cuerpo, ofrendando la más sagrada despedida, pero en cada uno de sus horrorosos besos se llevaba un fragmento del cuerpo del dios fallecido, pues en la larva se encontraba presente la naturaleza misma de la muerte y se alimentaba del cuerpo de la máxima expresión de la vida. Y así la larva recorrió aquel ser hasta que pronto no quedó nada del mismo, y una vez llena la larva del cuerpo una vez vivo de aquel ser, pudo engendrar un cuerpo, y en este engendró ojos, boca y alas, surgiendo así la primera mosca, la cual comenzó a llenar de horrorosos besos a todos aquellos que habían perecido, dejando cientos de miles de huevos en cada cuerpo que visitaba, de los cuales nacieron miles de moscas que entonces sirvieron de alimento a todos aquellos que habían quedado desamparados por la ausencia de aquel hijo de la naturaleza. De este modo, la pasión de la muerte recordaría a cada uno con cada beso que a la muerte le fascinamos, y que nos acompaña a cada uno, y que aun cuando la vida misma nos ha abandonado, de nuestra muerte emergerá también vida… tan hermoso es el punto más álgido de toda experiencia de vida, como su más baja y deplorable decadencia…

Entonces supe que las moscas no son repudiadas por su apariencia, sino porque es el más abundante recuerdo del fin de las cosas, pero de igual modo un hermoso recordatorio de la brevedad de la vida y nuestra estancia aquí, que no sólo es para el fin de las cosas, sino para el inicio y renovación de la vida misma. Y es que debo confesarte, que una parte de mí quería correr al verte, pero otra me recordó que eres parte de la vida.

Al concluir mi historia, el descarnado se quedó contemplándome y escuchando en silencio unos segundos, hasta que finalmente respondió:

  • Sígueme…
  • ¿A dónde vamos?
  • A buscar una visión…

Seguí al descarnado por las empinadas crestas de las escamas de aquel gigantesco cocodrilo, mientras veía crecer todo tipo de plantas y árboles desconocidos para mí; y estoy seguro que para cualquier otro; a través de cada vereda que surcábamos las cuales conformaban la piel del colosal reptil. Caminamos por 4 días y 4 noches sin probar alimento alguno a través de pasajes secretos entre las montañosas escamas, cruzando a nuestro paso por parajes llenos de flores blancas y amarillas las cuales, para mi sorpresa, se desvanecían en cientos de aves que levantaban vuelo ante nuestra presencia por aquellos campos llenos de criaturas que jamás había visto, donde habitaban entes y bestias diminutas que cultivaban frutos blancos entre las ramas de aquellos árboles. Me sentí en más de una ocasión tentado a comer uno solo de aquellos frutos desconocidos, pero pronto el descarnado me advirtió:

  • Ésta es la comida de los dioses, si tus labios llegan alguna vez a probar el dulce néctar que contienen, no podrás volver a la vida.
  • A estas alturas del camino, siento que no tendría problema en quedarme, más si llego a encontrar a mis seres amados aquí ¿para qué volver a la vida?
  • Si deseas comer los frutos, no te detendré, pero ten muy clara tu decisión, ya sea de irte o quedarte.
  • Tal vez te suene cínico de mi parte, pero llevamos 4 días caminando dentro de un sueño, a éstas alturas la verdad me pregunto si no habré comido ya de los frutos y ya no lo recuerdo, ya sabes como suele ocurrir con los sueños cuando uno se despierta demasiado rápido, y si estoy despierto en el sueño, ¿cuánto tiempo llevo soñando la vida? ¿cuánto tiempo más pasará antes de volver a dormir y soñar con otra vida u otra realidad?
  • … Esto no es sólo un sueño… (aseveró contundentemente el descarnado y prosiguió después de una pausa…)Dime: ¿Cuál es tu prisa por abandonar la vida?
  • …La extraño
  • Tú sabes que ella está bien. ¿La has soñado, no?
  • Si, la veo feliz y libre, volando entre bosques, flores y montañas al límite de su voluntad.
  • Déjame que te cuente un secreto…
  • ¿Un secreto?
  • La muerte no existe…
  • ¿Tú qué eres entonces?
  • Uno de los muchos hijos de Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, jajajaja.
  • ¿Por qué te ríes?
  • ¿No es irónico que la muerte pueda dar a luz? ¿No es eso prueba evidente de que sabíamos desde hace mucho que no existe la muerte?
  • No entiendo…
  • Pero vas a querer entender… tu vida apenas comienza y créeme, no tienes ni idea de lo mucho que vas a querer recordar y tener siempre presente eso…
  • ¿Por qué lo dices?
  • Porque cuando la vida se pone difícil, es muy fácil olvidar lo mucho que el miedo te frenará de actuar y lo mucho que pesará en tu consciencia el ver pasar ante ti todas las oportunidades que pudieron haber sido diferentes y mejores para ti y para todos los que amas, pero que no tomaste por miedo a arriesgar lo que has definido como “tu vida”, perdiendo completamente de vista lo que significa estar vivo… Es poco lo que conoces de la vida aún y del regalo que significa estar vivo y ser un cuerpo que encarna la presencia y esencia de lo físico, aunado a la consciencia que engloba el máximo cielo y el último infierno.
  • ¿Por qué me dices esto?
  • No cualquiera puede ir y venir como tú, es decir cualquiera puede, pero no todos lo hacen…
  • ¿Por qué no lo hacen?
  • Eso te lo responderé después de que encontremos tu visión.

Notaba que las crestas empinadas que antes conformaban montañas y cerros a nuestro alrededor comenzaban a entretejerse en una sola cordillera, lo cual parecía indicar que habíamos llegado a la extremidad de la cola de aquel colosal reptil. Por un momento hasta había olvidado dónde nos encontrábamos parados, era simplemente alucinante concebir que llevábamos andando 4 días y 4 noches sólo por el cuerpo de una de las innumerables creaturas que habitaban aquel mundo inconcebible…

Justo en la base de la cordillera se formaban de igual modo extrañas protuberancias que conformaban una firme escalera para llegar a la punta de aquella escama que constituía el ascenso a la cresta de aquel sendero de desafiantes ascensos y peligrosos descensos…

  • Esto tiene que ser una broma, ¿cuánto más falta?

El descarnado profirió una pequeña risilla y respondió:

  • Déjame decirte que, si te parece que la vida parece insoportable, por mucho que esto parezca el paraíso, eso no quiere decir que no encontraras problemas y desafíos igualmente majestuosos como aterradores, proporcionales a la belleza que encuentres y concibas posible aquí… Sígueme…

Uno a uno subimos los peldaños conformados por no más que aquellas protuberancias que salían de la escama, ordenadas azarosamente y obligándonos a dar pasos muy distantes con el riesgo de resbalar y caer hasta el fondo de aquella montaña… con el paso de las horas, la sola imagen de la cresta de aquella escama traía consigo el horror de ahora verse confrontado con un difícil y arriesgado descenso tan empinado y tortuoso como había resultado el ascenso, pero al subir aquellos “últimos peldaños” que crecían en el costado de la escama, nos encontrarnos repentinamente frente al marco de una puerta suspendida en el vacío a un paso de la punta de la montaña…

El descarnado rio al contemplar mi mirada estupefacta con el inesperado hallazgo y dijo:

  • Recuerda jamás detenerte sin importar cuán dura o tortuosa parezca la jornada delante de ti, mientras tengas claro el camino que debes andar, jamás sabrás si lo que buscas de pronto se hallará justo frente a ti.

Sin camino o puente otro aparente al otro lado de aquel pasaje a la nada misma, sin luz o visión aparente al otro lado de aquel umbral, dar cualquier paso en su interior era  un salto de fe que no prometía nada excepto un encuentro con el vacío…

Un pasillo se materializó instantáneamente ante mí, revelando un portal a lo largo y a lo ancho en un camino recto que había desaparecido la visión de todas las montañas, de pronto me envolvía en una sensación claustrofóbica… no había camino de regreso, ni siquiera se podía asomar la cabeza de vuelta en un marco, pues tras de mí sólo había más y más de ese infinito túnel.

Mis ojos tardaron mucho tiempo en aceptar la impenetrable oscuridad de aquel túnel tras haber estado invadido y rodeado por nada más que luz, sumergiéndome en una ceguera profunda; primero tanteaba el suelo y las paredes haciendo no otra cosa sino avanzar a gatas, después tome algo de confianza y comencé a caminar de pie, hasta con el paso de las horas caminando sin poder hacer otra cosa más que tocar la pared y sentir el suelo bajo mis pies en la penumbra, choqué de frente con la pared, el cual daba apertura a un nuevo pasillo a la izquierda y otro a la derecha… intrazables en su ruta por la negrura del espacio en sí, y aunque la idea de volver a tentar a gatas me resultaba desesperante, me sentía agradecido de no haber caído en el vacío sólo por haber estado caminando mecánicamente, así que sin tener otra alternativa excepto seguir tanteando en la oscuridad por los pasillos de aquel extraño lugar, seguí avanzando sin detenerme y sin saber si realmente me dirigía a alguna parte. No había sonido, no había luz, no había otra cosa excepto el tacto de aquellas paredes “cálidas” que me dirigían a… quién sabe dónde…

Con el transcurso de las horas mis ojos comenzaron a reconocer un espacio dibujado en formas obtusas y extrañas. Me pareció estar en un palacio negro lleno de recovecos, prácticamente laberíntico, como un mapa obtuso de surcos orgánicos.

Un nuevo sentido comenzó a despertar con cada pisada al interior de aquellas extensas cámaras, inspirando un aliento que recorría seductora y suavemente no sólo en el interior de mis órganos, sino en cada poro de la piel, e incluso en la intimidad de mi ser; el perfume de madera y lavanda inundaba el espacio tapizado por plantas y hierba que comenzaba a crecer en el interior del recinto a cada paso que daba en su interior. Tímidos destellos de luz comenzaban a colarse desde espacios inusuales, como los rincones, las grietas y las curvas de los pasillos, conformando texturas que trazaban extrañas geometrías que pintaban los colores e incluso los olores que se fundían con el cuerpo. Los muros agrietados recubiertos de aquellas plantas y raíces sumaban perfección al movimiento impredecible de aquel sendero que mutaba siempre hermoso, siempre confuso, siempre cambiante, como un paseo por la vida.

Al terminar de recorrer aquella serie de pasillos, llegué a un amplio salón decorado con flores garigoleadas en una sublime geometría y un piso conformado de círculos concéntricos blancos y negros que partían del centro del lugar hasta las paredes más alejadas en las que parecían converger todos los pasillos, en cuyo centro se encontraba un inmenso agujero del cual emanaba una extraña luz.

Serenidad y calma nunca antes experimentadas orientaron mis pasos hasta el centro de aquella luz que parecía sostenerme en el aire a unos cuantos centímetros del suelo. La luz que surgía de abajo iluminaba la totalidad del cuerpo y el rostro de una forma única, casi como si traspasara la piel, dejando ver la intimidad del interior, más allá de los músculos o los huesos, pues penetraba y reflejaba la más atesorada y secreta mirada hacia el alma.

En ese instante, como un tatuaje que desdibujaba el sendero que el cuerpo recién había recorrido, la piel se vio trazada de innumerables y ancianas grietas, viejas heridas, marcas, huellas, besos, historias no sólo de esta sino de todas las vidas, como si el alma misma quedara incrustada en las paredes del lugar, emanando de cada grieta o apertura en la tierra las cicatrices que se enredaban como ramas alrededor de todo mi cuerpo.

En ese momento, otra figura entró en la habitación, era Garamont quien, al ver las cicatrices tatuadas en la piel, sintió un remolino en el corazón y una gran pena. Permaneció allí, observando por unos momentos el extraño espectáculo, hasta que aquella luz cesó su intensidad y aquellas antiguas marcas volvieron al secreto oculto resguardado en la intimidad de cada cicatriz.

Parecía sorprendido, al observar aquella escena con los ojos muy abiertos, sin mover un solo músculo de su cuerpo.

Me miró con sus ojos profundos en un cuestionamiento, como si la llave al secreto de la existencia se hallara en el interior de esas grietas reveladas momentáneamente por la luz, así que se dirigió hacia mí:

  • ¡¿A qué has venido aquí niño?! – preguntó con helada voz.

Después de un momento de lucha con mi miedo, abrí la boca para contestar al fin con voz temblorosa:

  • Me perdí en el laberinto mientras me buscaba a mí mismo, cuando vi la luz que salía de la habitación y no pude evitar observar.

Por primera vez, Garamont esbozó una leve sonrisa en la comisura de sus labios, me miró nuevamente y dijo:

  • Pues entonces no te has perdido, éste es el lugar indicado, es el recinto del espejo del alma y yo soy su guardián.

Con una gran sorpresa miré a Garamont dubitativo, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra, ya respondía a mis cuestionamientos, tal como si adivinara mis pensamientos:

  • Lo que viste ahí, es tu eseidad; el cuerpo oculta las esencias a los ojos de los que saben ver para protegerte de ellos, y también las oculta de ti mismo. Sólo la naturaleza decide lo que puedes ver o no, pero aquí, en este espejo, verás una concreción de la totalidad de tu ser como “es en realidad”.

En ese momento, sentí como si esa fuerza, ese ser, ese ente con el que había estado en conflicto toda mi vida, dejara de ser una manifestación ajena, pero si ante la totalidad del espacio que era el espejo en sí mismo, Garamont que se encontraba allí, sin lugar a dudas formaba parte de mí… Entonces posó lentamente la mano en mi hombro, y me condujo hacia el centro del salón hasta llegar al borde de la luz, y ahí nos detuvimos.

  • Si has llegado hasta aquí, es porque estás listo. Yo vigilo este lugar y solo hay algo que debo advertirte: lo que verás en el espejo es solo la verdad, el espejo no miente. Entiende que el reto no es conocerte sino aceptarte una vez que el espejo te hable.
    • Me parece muy confuso tratar de ver a través de mí mismo por una grieta en el alma, aunque también veo cómo me he formado una visión de la vida y de mí mismo a través de estas grietas y lo que me recuerdan de mí.
    • Esas grietas te conforman, y tampoco puedes negar que te gusta lo que ves cuando observas lo que reflejan y te recuerdan cada una, pero pronto tendrás que entender que no puedes ver el mundo y la vida a través de una grieta, ni siquiera a través de un espejo, por más nítido y perfecto que pueda ser en su reflejo. En efecto no son sólo grietas, son bordados que adornan la vestidura de tu eseidad, y aunque ciertamente sin ellas, incluso sin las más pequeñas, no serías lo que eres ahora… eres mucho más de lo que tú o cualquier otro considera o piensa acerca de sí mismos…

Me sentí muy sorprendido con su respuesta, admiraba la forma en que Garamont podía referirse a las heridas, y entonces entendí lo que había querido decir, ¿Qué vería en el espejo? No lo sabía, ciertamente el desconocimiento de mí mismo era tan intenso en ese momento como el temor que sentí cuando Garamont se hizo presente en mi existencia, pues ambos provocaban un gran temor y una gran angustia, tanto como su desconcertante imagen y presencia en la vida, porque a pesar de estar en la vida y conformados de ella, la desconocemos tanto como desconocemos lo que somos aún siendo vida o a pesar de ser vida…, pero entendía ahora que evitar relacionarme con mi propio miedo era peor porque podría perder las llaves que tenía que ofrecerme, y de la relación con mi miedo nació la confianza… y acompañado de ésta, caminé con decisión y firmeza hacia la luz, despidiendo a Garamont con una última mirada entrando al interior de un espejo resguardado en el interior de otro espejo… el espejo de las almas.

Erguido y con paso firme crucé al sendero luminoso, dentro del cual, a cada paso que cernía dentro de éste; me daba la sensación de que en realidad estaba dando un paso hacia el interior de mí mismo; la idea en sí me resultó divertida, puesto que no estaba avanzando ni retrocediendo, sino que, más bien estaba envolviéndome en mí mismo hacia mi interior.  Sublimes fractales envuelven éste movimiento que parece reverberar hasta el infinito.

  • Es casi como una galaxia – decía en mis adentros – Un universo compuesto de éstas infinitas posibilidades.

La consistencia de la atmósfera comenzó a cambiar conforme me adentraba cada vez más y más en aquella luz, y por un momento, me pareció que, en realidad, la luz no provenía del exterior, sino de mí mismo, porque a cada pasó que daba en el interior de la luz, está en realidad empezaba a tomar cuerpo, forma e incluso presencia…

Una vez inmerso del todo en ella, lo cual era a su vez siendo inundado por mi propia luz, la cual era también mi propia esencia, la consistencia de la atmosfera se tornó líquida, lechosa, al grado que con cada respiro que inhalaba, me parecía estar alimentando mi ser con algo que llenaba el más sórdido vacío de todo cuanto se había criado en la duda, el miedo o el dolor; éste no era un alimento que saciaría la apetencia del estómago o el intestino, sino que en realidad estaba nutriendo aquello más esencial dentro de los componentes de la materia misma. Por un momento nada de lo que antes tenía tanta importancia o sentido, lo tenía ya realmente.

Conforme aquella atmosfera penetraba en cada milímetro de mi cuerpo, acostumbrándome a una experiencia física diferente de mí mismo y mi potencial, llenando mi ser con cada respiro de ese nuevo mundo, empezaba a notar que mis ojos se adaptaban a la intensidad y densidad de aquella extraña luz, y en lugar de quemar la retina como cuando uno mira directamente al sol; una vez llenándome de ella hasta la médula de mi propio ser, poco a poco ésta comenzó a transmutarse en diminutas formas que emergían de modo independiente a la corriente de aquella luz líquida, y notaba que aquellas diminutas formas, las cuales habían comenzado a adquirir una apariencia antropomórfica, comenzaron a danzar entre ellas y corrían sobre las mismas ondulaciones líquidas que emanaban de la totalidad de la atmosfera, sin embargo, había algo extraño acerca de éstas formas y figuras, pues me resultaban familiares, es más, juraría haberlas visto antes en algún momento de mi vida.

Porque al observar con más detenimiento cada una de éstas, podía ver que cada una representaban algo tan familiar para mí como la propia vida, porque estas formas antropomórficas dibujándose en aquella extraña substancia líquida, eran en realidad cada una de mis experiencias y mis memorias; algunas de ellas tan viejas que me era difícil reconocerlas, creía haberlas olvidado, pero no, ahí estaban, todas y cada una de ellas. Y en ese momento, todas las visiones se conjuntaron en un mismo entendimiento.

  • Este espejo…no refleja una imagen, porque la imagen no consiste de lo que parece, sino de lo que es.

Había visto mi reflejo antes en miles de espejos, lo cual incluye cada uno de esos cuerpos de carne que deambulan por la vida, sólo que esta vez era diferente, porque ya no estaba viendo un reflejo, estaba viendo en mí, la totalidad de todos mis reflejos incluidos todos los cuerpos de la humanidad, cuyo cuerpo en si mismo constituye un símbolo, vi que la imagen no puede ser entendida a través de un solo fragmento en el tiempo y el espacio, que yo mismo soy el resultado de civilizaciones enteras que han desaparecido, pero que dejaron una configuración en mi mente y mi sistema que me han pervertido, me han enloquecido, me han programado para ser el engrane que habrá de mantener la línea de producción, pero no puede entenderse una obra de arte por uno solo de sus fragmentos, o una sola de sus tinturas. No… debe verse completa, debe verse en la existencia misma de lo que es, para poder entender, porque en ese entender se puede ver, y eso que se ve, es lo que se vive, desde donde se ve y donde cada uno lo ve, lo vive, lo piensa, lo sueña… ¿Qué veo de mí mismo y qué he hecho con aquello que veo de mí? ¿Qué estoy viviendo en mí?

En ese momento, una voz se hizo presente proviniendo de todas las direcciones exclamando:

  • Es curioso que los antiguos consideraran el perder la vista como algo peor que la muerte ¿no lo crees?

Trataba de encontrar el origen de aquella voz que irrumpía con fuerza y solemnidad de todas direcciones. En tanto mi mirada vagaba por el espacio tratando de encontrar la fuente de un eco, todas aquellas figuras antropomórficas empezaron a reunirse en una sola masa gelatinosa que poco a poco se solidificaba, dejando ver la figura de un hombre de estatura cercana a la mía y, aunque era la primera vez que cruzaba aquel espacio, sus ojos y su rostro eran como una visión de un pasado remoto, aunque su vestimenta y apariencia pertenecían a una existencia y mundos desconocidos por la consciencia.

  • ¿Quién eres? – Pregunté
    • ¿No me recuerdas?
    • … ¡¿Cómo voy a recordarte si es la primera vez que te veo?!

Transcurrió una breve pausa tras mi respuesta, y el hombre orientó su cuerpo hacia el mío respondiendo:

  •  ¿Estás seguro?

Con un chasquido de sus dedos, distorsiono toda la estructura del espacio circundante llevándome a través de frecuencias y vibraciones multicolores hasta un momento del pasado que había dejado enterrado en el olvido. Ante mí ahora contemplaba uno tras otro los reclamos que había proferido a la existencia entre mis rezos, demandando explicación, razón y lógica ante las injusticias tan normalizadas que permitían a unos tener el control y esclavitud sobre el resto y cometer todo tipo de abusos, violencias, en un perpetuo y perfecto círculo de esclavitud…

“¡¿por qué les diste todo el poder a semejantes tiranos, esclavistas dementes, abortos de la naturaleza, junto con el control incluso sobre el resto de nosotros? ¡¿por qué los colocaste a ellos en la cima de la pirámide cual si fueran dignos de imitación por todos aquellos cobardes y estúpidos que justifican las mismas vías para tratar de conseguir un poco del mismo poder que esos infelices?! ¿Tratas de decirme que de verdad ese es el resultado de tu criterio divino al colocar a esos insignificantes pedazos de mierda, que son nada en comparación tuyo, al mando y control del resto de la humanidad y de las especies y seres que habitan en la tierra? ¿Quién eres realmente gran creador, gran misterio…? Si esta es tu obra, si este es tu mundo, es imperfecto como tú, es cruel como tú y no quiero vivir en él, ni formar parte de esta atrocidad y este pecado que es la vida. ¡Mátame! ¡Demuéstrame un poco de esa legendaria misericordia tuya y mátame…!

¡¡¡¿¿¿Por qué???!!!¡¡¡¡¡¿¿¿Por qué te la llevaste además a ella???!!!!!¡La flor que le daba sentido a mis alientos en este mundo!¡La única pluma que aligeraba la carga de mi existencia!

Bajo un cielo estrellado desde la cima de aquella montaña en la que me encontraba, a las faldas de la cual tildaban las luces de un pequeño pueblo, aquella noche en la que me encontraba sentado frente al fuego cuando de pronto me quedé dormido, y al siguiente momento me vi inmerso dentro de un fractal de colores rojizos y amarillos con patrones y figuras cambiantes dentro del mismo. 

En el interior de aquellos patrones podía distinguir la silueta de un ser sentado en un trono, el cual tenía una apariencia, forma, vibración e intensidad que denotaba un gran poder dentro de sí; me miraba fijamente como un jaguar con ojos amarillos que destellaban en mitad de aquella silueta sin rostro, la cual era una en y como todo el patrón que le rodeaba; sentí miedo al cruzar la mirada con la suya, y en ese acto de contemplarlo, inmutado, impertérrito y sereno, aunque de igual modo listo para ejecutar su fatal labor, como si de pronto me encontrara ante el destino que tanto había solicitado. Y en mi cabeza no dejaba de resonar la pregunta: «¿estás listo para morir?» 

La figura que comenzaba a vibrar alto, fuerte y veloz, reverberó en su frecuencia las palabras que llegaron a mi mente como un mensaje telepático: «¿Estás listo para tomar responsabilidad de cada una de tus palabras, pensamientos y acciones al límite de toda consecuencia posible?”

  • Respondí: ¡Si! No he cometido delito alguno contra otro. Los crímenes de mi mente son producto de aquellos que la diseñaron y han resultado, en la peor de las circunstancias, en un abuso hacia mí mismo que no puedo dejar de perpetrar, porque me he negado a dañar a otros a pesar del poder que me ha sido dado. Y proseguí con aquella pregunta: ¿Eres tú el creador?
  • Respondió: No, ¿para qué buscas al creador?
  • Porque quiero matarlo… ¡Quiero matar a Dios! ¡¿Eres tú al que busco?!
  • Prosiguió: No… ¿Pero, de verdad lo harías?
  • Si… concluí

Tras enunciar aquellas palabras, aquel ser se dio la vuelta con todo y su trono, y ahora en el fractal se desdibujaba su silueta perdiéndose en el patrón, comenzando a construir en su lugar la figura de un ser grande, en verdad colosal. Sentí nuevamente un gran temor, primordialmente uno que reprochaba en mi interior – Ahora si la cagué…

  • Ahora la nueva figura ante mí se expresaba de un modo contundente y severo, aunque de igual modo tranquilo y compasivo:
  • – Yo soy ese… aquí estoy, ¿aún quieres hacerme daño?
  • Sabía bien que no podía dañarlo, que ni siquiera podía tocarlo, pero no sé si se debería a mi capricho y necedad por aferrarme tercamente a «demostrar en lo que se sentía como el último momento antes del juicio final» al menos el último ápice de valentía… no lo sé, pero tampoco me atrevo a ignorar que proseguí a pesar de mi temor y así afirmé:
  • – ¡Si! ¡Estoy muy molesto contigo!
  • Respondió: ¿Pero y si ese del trono fueras tú (o dicho de otro, si tú fueras yo y viceversa), aún me matarías?
  • Proseguí: ¡¿Y yo para qué quiero ser un inútil como tú sentado en un trono haciendo nada por los demás/desentendiéndome de mi responsabilidad por mi propia creación?!
  • Al concluir con estas palabras, sentí nuevamente un gran temor, pues sentí que se aproximaba a mí y que estaba por enfrentar la fatalidad de mi destino. Me desperté y levanté del lugar en el que me había quedado dormido, todo mi cuerpo vibraba agitado entre la mezcla de sentimientos y emociones, desde el miedo hasta el éxtasis. Sentía con toda claridad la sangre circulando desde mis pies hasta mi cabeza, produciéndome continuos y, ciertamente, placenteros escalofríos que recorrían toda la médula y cada una de las extensiones nerviosas del cuerpo. 
  • Caminé alrededor de la fogata, y me postré ante el fuego por un momento, pero una parte de mí se reprochaba: «estoy escapando… ¿cada cuando me doy chance de tener un momento tan íntimo y tan importante como un diálogo de este orden y seguir adelante con la trama/la historia? Pues sueño o no, ficción o realidad, era una oportunidad única para resolver este conflicto interno y esta lucha interior con la vida, el universo y conmigo mismo). Y sobre este sentí/pensamiento, volví a buscar el reposo, aunque esta vez tendiendo el cuerpo sobre el tapete que tenía a un lado y envolviéndome en la cálida cobija que había predispuesto para este propósito.
  • Ahí tendido sobre el suelo, y suplicando entre dientes el poder retomar el proceso de aquella visión que se había desprendido desde alguna profundidad (mía y no tan mía) en y desde mi subconsciente, o tal vez de mi ser… (libre de interpretación), el sueño cerró mis párpados a los pocos alientos. Y ahora sentía como si estuviese siendo trasladado a una de las dimensiones más intensas, conflictivas, violentas y caóticas de toda la existencia; el miedo recorría cada fibra de mi cuerpo al tiempo que contemplaba el poncho que llevaba puesto agitarse con gran intensidad entre una luz amarilla que me rodeaba por completo con estadillos de fuego que venían de todas direcciones, como si estuviese entrando a una zona de guerra, como esas estallando en alguna parte de medio oriente, África, Colombia, o sin irnos tan lejos en múltiples estados de mi propio país, pero a ¿quién mierda engaño? la guerra siempre ha estado estallando en todo el mundo, no estamos en la tercera, ni la cuarta guerra mundial, porque la guerra jamás se detuvo… aunque en esta visión podía notar una substancial diferencia: Me daba la impresión de que estos estallidos no provenían de armas comunes y mundanas como las que conocemos, sino que estos estallidos, este caos y este conflicto estaba siendo desatado por y de las manos de seres dotados de habilidades propios de las deidades. Tal y como en el origen de nuestra existencia, cuando todos éramos ESOS DIOSES. Aunque jamás dejamos de serlo, porque nuestras palabras y nuestra voz, como nuestro primordial acto de creación, crean y fomentan la discordia desde el interior de nuestras casas, hasta que la culpa y la vergüenza no pueden más y entonces proyectan esa rabia hacia afuera, sólo para al menos llevar un poco de esa violencia afuera… tal vez para hacer que ya no se sienta tanto en casa…
  • De igual modo, me dio la impresión de que, en efecto me encontraba a merced del poder destructivo de estos seres, a quienes contemplaba simplemente «jugando y probando su poder» de la manera más indiscriminada, y juguetonamente concebible; sólo un ápice de ese máximo potencial del cual somos capaces, pues en ellos era limitado, pues usaban el poder contra sí mismos, pero de haberlo empleado juntos… de igual modo reflexionaba que, si me encontraba en una dimensión semejante, yo mismo era uno e igual al nivel de intensidad y poder que estos seres expresaban. No obstante, mi reacción y deseo fue el de escapar a esa dimensión lo antes posible, y así lo hice… el reproche interno no se hizo esperar:
  • – «¡¿Pues no decías que querías destrucción y muerte?!» 
  • Y sobre esta misma línea de pensamiento prosiguieron los cuestionamientos y confrontación interna a mi propia cobardía: 
  • – ¿Para qué me escapé si en realidad mi poder era uno e igual al de estos seres? ¿Me faltó valor? ¿Qué más hay ahí? 
  • En mis adentros pedí una vez más ser trasladado a aquella dimensión, para contemplar desde otro sentido u otro eje aquella visión, porque al volver a esta dimensión, me planté sobre el punto de la Unicidad y la Igualdad, y lo que veía no eran seres separados de mí jugando y probando su poder, sino a mí mismo en y como todos y cada uno de ellos destrozando todo tanto dentro como fuera de mí (tal y como de hecho lo había venido haciendo y expresando en el sentido de los pensamientos suicidas). Y la pregunta inevitable que me vi forzado a plantearme fue: 
  • – ¿Pero por qué es que teniendo este poder lo usamos para destruir en lugar de crear un mundo, una existencia, un universo que sea el mejor para todos?
  • Y aquí, aquel ser en aquel trono prosiguió:
  • – Ese en el trono eres tú, gran creador… porque así como creas adentro expresas afuera, no hay un dios en separación, sino que todos somos ESE, en una voz, en una intención, en un deseo que grita, llora y desespera por conectar nuevamente. Ahora sabiendo esto, ahora habiendo visto esto ¿Aún deseas destruirme, que no es destruirme a mí, sino que es destruirte a ti mismo tal y como lo has venido haciendo con tus ganas y tu deseo de morir?
  • La respuesta estaba de más, mi falta hacia mí mismo, el crimen hacia mí mismo y hacia el mundo y la existencia entera era tan evidente como mi ambición por hacerme con «un poder» para simplemente satisfacer mis caprichos como yo los quería y cuando yo los quería, tal y como si a un niño se le diera la capacidad de mover y reorganizar el cosmos y las estrellas a voluntad, sólo para sorprender que el resultado de su juego, fue la destrucción de planetas, sistemas solares y galaxias enteras, en la simple ignorancia, incomprensión y desconexión con ese TODO y las implicaciones que tiene la alteración de ese orden, tal y como si al Sol lo apartáramos o acercáramos un poco más o un poco menos de la Tierra, el resultado sería catastrófico para toda la vida. 

Con un movimiento de la palma, la tela del espacio y del tiempo se desfragmento en millones de hilos de luz que volvieron al centro de aquel extraño ser ante mí. Y dijo:

  • Sólo quiero que tengas algo bien claro… el poder que tienes, tu visión, no es un premio… eras claramente tan ciego y estúpido para ver y entender que tuve que darte esos supuestos dones que tienes para que entonces aprendas a valorar y camines a través del perdón que, no le debes a nadie sino a ti mismo por descreer de ti, porque aquellos que niegan el amor, están condenados a sentirlo, y si se rehúsan a sentirlo habrán de padecerlo, buscarlo sedientos sin poder encontrarlo, ni en otros, ni en sí mismos, y a después actuar en su nombre para demostrar que el amor lo puede todo… de algún modo, si ves a tantos deambular en el mundo faltos de amor, de aprecio o de reconocimiento, puedes saber que una parte de sí esta rezando, aunque si quieres saberlo, rezar no es suficiente y no sirve de mucho sin una intención y voluntad firme para saber que uno es la bendición del cielo y la tierra que lleva consigo la posibilidad de moldear la materia y el destino de la vida, y no sólo de sí.
    • ¿Acaso el amor y la positividad ha sido suficiente para cambiar el mundo?
    • Yo sé bien que no lo recuerdas, pero llevas muchas vidas repitiendo exactamente el mismo escenario, sólo que siempre cometías el mismo error, porque en unos escenarios de hecho te suicidabas junto con ella, tu amiga que tanto amas, en otros te matabas tú y ella seguía adelante, en otros matabas a sus parejas y hubo algunos donde incluso, y a pesar de todo ese amor que le profesabas, accedías a matarla, porque ella te lo pedía, como de hecho lo hizo también en esta vida… pero en esta ocasión, estás muy cerca… sigues aquí, no has matado a nadie… ni a ti mismo aún… porque de haberlo hecho habrías perdido la protección que la naturaleza ha posado sobre ti… Sé que tampoco recuerdas que tu nombre, o al menos uno de tus muchos nombres… es Wabi.
    • ¿Wabi?
    • El canto del universo, más específicamente el canto de la oscuridad, como la vibración que resuena del cosmos en la noche eterna. Tú que has nacido bajo la bendición del enlazador de mundos. ¿Cuántas vidas habrás tenido que pasar para ser ahora portador del poder de la muerte? Sé que ni tú mismo lo sabes, ni entiendes por qué lo tienes, así como no entiendes siquiera ¿por qué dibujas y porque tienes la responsabilidad de aterrizar las visiones que te he dado, así como de pasar ese conocimiento a otros…?  Puedes ir y volver del Inframundo, cerrar los ciclos y dar resolución a cualquier conflicto; un maestro con pase diplomático para ser el nexo entre éste y todos los mundos. Yo fui quien engendró y dio su poder a quienes han sido alguna vez los más grandes líderes que la historia haya nombrado, incluso he dado poder a aquellos que han reinado y siguen dominando la Tierra desde el rincón más insospechado y anónimo de los silencios. Desde los más nobles filósofos y diestros artistas, hasta los más temidos criminales y crueles dictadores… y me conocen de muchas formas, en realidad, soy el origen y el fin, el alfa y el omega, Dios, el Diablo, la Muerte y tú mismo… Llegaste hasta aquí porque te permití llegar hasta el espejo de las almas, pero ahora si te quedas aquí tratando de ver a través de una grieta “el todo”, permanecerás otras 10 mil vidas saltando entre identidades y visiones de ti mismo y del mundo que jamás volverás a tener la oportunidad de desplegar esa habilidad y poder aún más importantes que el conocimiento en sí.
  • ¿Qué podría ser mejor que conocerlo todo de nosotros mismos y del universo para moldear la materia y crear cosas más allá de lo que se pueda imaginar?
    • El poder de la creación en sí mismo, entiende que puedes pasar vidas tratando de descubrir el secreto de la creación o reconocer que de hecho la humanidad ya está dotada con ese poder, sólo que olvidó que la colectividad de las consciencias es ya el conocimiento de Dios, y todos ustedes están conectados todo el tiempo, lo vean o no. Y aunque si comparas cuantos siglos la humanidad ha permanecido ignorante de cosas por las que antes suplicaba tener aunque fuera eso, una grieta, una pista de a dónde ir o qué hacer, pero se hizo así porque solo con la humildad de los años y los retos de la vida, llegarían a reconocer que es imposible conocer la totalidad incluso de lo poco que realmente concebirán como “todo”.

Preguntabas antes “¿Por qué otros no podían o mejor dicho no se atrevían a ir a sus inframundos como los artistas lo hacen? Porque no creen que cuentan con el mismo poder que las divinidades en las que han separado y entregado todo su poder. Tú mismo lo has visto cuando una persona le reza a algún santo, lo que ves no es a una energía interviniendo, sino a ellos mismos invocando esa parte dentro de sí con sus palabras y después manifestando con su oración… pero creen que fue otra cosa, y como lleva tanto tiempo el acto de manifestación, no se dan cuenta de que fueron ellos sólo porque no fue instantáneo. Ustedes los artistas tienen el poder de moldear la materia con sus talentos. Son capaces de crear y dar vida a mundos que para la mayoría parecen irrelevantes sólo porque dichos mundos no están regidos por su Dios el dinero. La humanidad no tiene ni idea de lo que serían capaces de hacer si tan sólo supieran lo que significa cuidar incondicionalmente los unos de los otros como vida que son, como hermanos que son, pero prefieren estar perdidos en sus rencores, sus orgullos y su resentimiento, para mantener sus diferencias sólo porque les hicieron creer que Dios sólo puede haber uno y compiten por ese lugar. Hasta matarían a Dios mismo si eso les permitiera, tener “el poder” que han creído en separación de sí mismos, SIN VER QUE SÓLO CUANDO ESTÉN TODOS JUNTOS, SERÁN Y SON ESE PODER. Esta visión se le ha presentado a incontables artistas a lo largo de la historia en sus sueños y en visiones, pero a pesar de esto, siguen sin poder creer que tienen el poder y que son un recurso humano cualquiera, cuando son el recurso más valioso que tiene la vida, porque ustedes conectan los puntos que para otros son imperceptibles. Por su fiera poco sus sociedades y gobiernos los dejan morir con un discurso acerca de la meritocracia como derecho a la vida, y ustedes se quedan callados a pesar de tener en sus manos el poder creador y de contar con la conexión con toda la vida… ¿Por qué? Todos creen que sus sueños son una mera fantasía, mientras que tú, no es que no le temas a la muerte, es simplemente que no te aferras a esta vida y por eso puedes navegar entre los sueños de la gente, verlos, visitarlos, sentirlos, y hasta ver en aquellas partes más ocultas acerca de ti.

  • Si eres un creador, ¿por qué crear versiones limitadas de ti mismo, en lugar de crear réplicas exactas que pudieran portar y ejercer el mismo poder que tú a voluntad? Entiendo que, si Dios no comprende el miedo como un parte de si, entonces no es todo y por lo tanto Dios no es Dios… ¿por qué crear el temor a algo que en realidad no existe como la muerte? ¿Cuál era el propósito?

El hombre rió difusamente, y respondió:

  • ¿De verdad crees que los materiales que componen tu corporeidad, devienen de un punto ajeno a la existencia? Aunque tu cuerpo es joven, los materiales que lo componen no lo son, porque datan desde el origen mismo de ésta creación, así como de toda experiencia de vida que deviene del creador mismo que crea una creación, porque al final, son los hombres quienes experimentan y viven la vida, mueren sus muertes, aman, odian, crean y destruyen sus propias vidas. Qué tan amplio puede ser ese “todo” no depende ni está limitado a la percepción que un solo ser tenga del mismo, porque el todo no puede dejar de ser lo que es… el hecho de que lo olvidaran, y que olvidaran de lo que son capaces, indica al objeto mismo de la pérdida de su propósito. El poder no perdió el sentido para quienes supieron acapararlo para sí mismo, sino que la pérdida del sentido de la vida les hizo perder todo poder de la expresión manifestada de la vida que son y encarnan… La muerte existe para quien ha olvidado su relación con la vida. Y por esto te digo ahora que si quieres seguir adelante con tu vida, debes romper este espejo y volver a vivir…
    • ¿Qué quieres decir? ¿Cómo podrías destruir un artefacto tan útil para toda la humanidad? Es decir, en efecto he entrado al espejo, y he caminado hacia la luz de mi interior, mi propia alma, he visto en mi mismo, pero otros también pueden y deberían hacerlo…
    • ¿Y qué viste más allá de cúmulos de memorias, ideas y creencias en las cuales has vivido y crecido sin llegar a verte por completo más allá de eso así como tu máximo potencial? ¿Qué viste sino siluetas antropomórficas representando símbolos de lo que viviste o soñaste? ¿Quién define el sentido y significado de las palabras para quienes las usan como mero lenguaje?

Además, si no hace esto que te digo, tu ser quedará fragmentado y jamás podrás integrarte en un solo ser…

  • ¿Quieres decir que al romper el espejo Garamont desaparecerá?
    • Morirá, si…

Me mantuve en silencio ante sus palabras, pues reconocía e invocaba en estas aquellas lagunas que imploraban desde la duda y la soledad una respuesta otra por la vida y la permanencia de Garamont, pero antes de que pudiera expresar un nuevo reclamo al creador, éste ya había intuido, leído y sentido toda palabra en mí ser y prosiguió:

  • Sabes que así tiene que ser, y sabes ahora que no morirás, eso es lo único que él tenía para controlarte, como la expresión máxima y origen de todo miedo… El temor a la muerte…

En ese momento, aquel hombre desenvolvió de entre su túnica un objeto esférico, un objeto con cualidades reflejantes más nítidas que un espejo, pues éste tenía una cualidad muy interesante y particular, ya que era un espejo dentro de un espejo, lo cual hacia que éste formara una imagen que se refractaba copiosamente una y otra vez dentro de sí misma, tal y como lo hacen cuando se colocan un espejo frente al otro y uno se coloca en medio de ambos. Al momento de asomarme al interior de este, en ésta ocasión, no hubo luz, sino oscuridad y el entorno cambió en su totalidad radicalmente a profundas y densas tinieblas. En ese momento que me desvanecí, sumergiéndome en el abismo…

Una mano me arrastró de vuelta al centro de aquel gran salón del espejo… y apenas abrí mis ojos fuera de aquella espeluznante visión, la mirada de Garamont permanecía fija sobre mí vigilando el sueño; y fue entonces que pude verlo… de una forma en la que jamás le había visto antes… pues derrumbado allí, absorto ante la centellante imagen de su afilada sonrisa entre aquellas enormes mandíbulas y garras, pude finalmente entender lo que era aquella criatura ante mí, la cual era ahora una visión tanto más aterradora que las propias fauces del lobo; no era el terror encarnado en una entidad ajena, sino el desprecio y la monstruosidad que forjé vida tras vida, alma tras alma…

Derrumbado allí sobre el piso sin pronunciar palabra alguna, no podía evitar cuestionarme si las leyendas que cuentan diciendo que fuimos los hombres quienes domesticaron al lobo habrán estado equivocadas; para mí no había mayor certeza de que fue el lobo el que domesticó al hombre, sólo para controlar un poco de aquella naturaleza demoniaca que forjamos en y de nosotros mismos.

La imagen de la bestia quedó atrapada en el relampagueante destello de las flamas, las cuales permanecieron danzando en la profundidad de los ojos y la intimidad de la retina.

  • Tu viaje apenas está comenzado…
    • ¿Qué me has hecho? Y más importante aún ¿Qué te has hecho? Sabes lo que he visto, sabes que desaparecerás – pregunté a Garamont
    • Algo que me llevó vidas entender que si no lo hacía yo, no te lo habrías hecho a ti mismo niño; éste es el único suicidio que encuentro más que honroso para mi existencia, la cual entiendes ahora que no es humana aunque es vida…
    • ¿Por qué lo hiciste?
    • Lo único que hice fue darte los medios para enfrentar aquello que no tenías el valor de ver por ti mismo, por eso sabias que mi existencia era necesaria, porque yo, el miedo en sí mismo, vine a hacerte fuerte y valiente. Hace tan solo unos momentos habrías jurado que esa luz que viste al inicio de tu viaje en el espejo era la totalidad de ti, pero en realidad no estabas enfrentando la totalidad de la imagen que estabas viendo. Los espejos son a menudo feos…y honestos… pero aquello que ves como una maldición no es otra cosa más que la esencia de la verdad… y ésta es que, para que tu puedas seguir adelante, yo debo irme… Jamás olvides mi amigo que, si la muerte no existe, no hay nadie que necesite ser salvado, la vida puede ser otra cosa si todos se dieran cuenta de que la muerte no existe… ¿Quién podría gobernar sobre ti o sobre cualquiera si no tuvieran nada que temer, porque en realidad no hay nada que perder, ni siquiera sus identidades e ideas de sí mismos?

En ese momento, una lágrima broto de mis parpados, exhalando una emoción que provenía desde un rincón todavía más íntimo del alma; a los pocos instantes, sin poder resistir más el llanto que comenzaba a ahogarme, comencé a llorar como una de esas pocas veces en la vida que cambian el sentido de todo para siempre. En la calidez de aquellas lágrimas, abrían en mi pecho aquella veta de realidad, sinceridad, honestidad y verdad que había buscado toda mi vida… fue entonces que entendí, que toda mi vida me estuve buscando a mí mismo, en cada persona que había conocido, en cada pareja con la cual había pernoctado y en todo deseo que alguna vez había deseado.

A medida que aquellas palabras resonaban en el eco de la mente, el entendimiento comenzaba de igual modo a crepitar como un escalofrío por mi médula… resultaba irónico que me hubiese parecido tan familiar aquella seguridad con la que llevaba mis pasos por el sendero hacia el interior de aquel reciento del espejo; pues sentía que conocía ésta verdad, y empezaba a darme cuenta de que mis pasos, la certeza de éstos, reflejaban la realidad que ya conocía desde hace mucho tiempo. Entonces Garamont dijo:

  • Observa una última vez en el espejo…
    • ¡¿Qué otro enigma tratas de formular para llevarme de vuelta a esa ilusión caleidoscópica?! ¡¿Acaso temes tu propia muerte ahora?!

Y sin dar un segundo pensamiento a la decisión, corrí al centro de la habitación donde aquella luz que antes brillaba con tal fuerza que era imposible ver otra cosa que aquella luz, ahora el espejo estaba tan desgastado por toda la energía que fue empleada que podía ver aquella esfera que sostenía aquel hombre en el espejo levitando allí en mitad del cuarto… la tomé y la reventé en el suelo… y el rostro de Garamont comenzó a resquebrajarse en pedazos, al igual que aquel espejo ahora hecho moronas ante mis pies

  • La bestia que combatías jamás estuvo en el espejo, sino en ti mismo… has vivido en las sombras toda tu vida, y te has aferrado a la ilusión y comodidad de esa luz, sin embargo…hasta el hombre que ha vivido en las sombras toda su vida puede llegar a florecer…La pregunta no era si la imagen del espejo es o no real, eso ya lo sabías, la cuestión siempre fue si eres o no capaz de cambiar lo que ves en esa imagen… es decir, si tú eres o no real; la creación es un arte y el arte debería ser la creación de nosotros mismos, nuestra expresión de un momento

El ardor de mis lágrimas quemaba la imagen de aquel demonio que había hecho de mí, formando cuarteaduras que poco a poco desintegraban aquel rostro que creía mío, revelando así un rostro tras el rostro…

De mi cara realmente empezaron a desprenderse esos fragmentos a pedazos, y poco a poco, empecé a reconocer la nueva imagen que ahora se presentaba ante mí, mi verdadero yo; aunque ciertamente, tal y como cuando uno abandona la caverna creyendo encontrarse con algo real, ahora no podía evitar cuestionarme si en realidad sólo había revelado una nueva máscara tras la máscara. No obstante, finalmente pude trazar un origen a la existencia de la Bestia, sobre quien era él, no se había convertido en alguien mejor, ni alguien peor, él simplemente era.

Busqué a Garamont en las miradas perdidas que mis ojos buscaban entre los fragmentos resquebrajados del espejo en el piso, pero todo de aquel ser que alguna vez fue la encarnación del terror ante mí, ya no estaba, su apariencia había transmutado, sus garras se habían limado, sus dientes se habían recortado; aún era la Bestia, pero al menos, me sentía más integro, porque me tenía a mí mismo…

Una a una se encendieron una hilera de antorchas de manera prácticamente instantánea a la apertura de un pasadizo en el secreto de las sombras. La luz orientó mi cuerpo hacia la salida de aquella imposibilidad arquitectónica trazada por dos gigantescas puertas, ambas talladas con un exquisito diseño que contaban la historia de la creación del universo y del hombre…

A medida que mis pasos se adentraban en la intimidad de aquel corredor, la imponente presencia de un nuevo reto estremecía mi ser, pero me dotaba al mismo tiempo de vigor y fortaleza, pues ahora sabía que contaba con un aliado en todo campo de batalla, aun siendo la Bestia, aun siendo el Dragón, estaba conmigo y yo con él, y eso era suficiente. Así fue que el miedo se volvió un maestro, aunque la Bestia no estaba domada, pues no podía ser domada, sino aceptada y abrazada en la inevitabilidad de su naturaleza y su destino, los cuales nos vinculan intrínseca y fatalmente hasta el final de los tiempos.

Antes de cruzar las puertas sólo la voz remanente de Garamont extendió una última advertencia:

  • Este proceso apenas ha comenzado, no será la última vez que tengas que contemplar la luz desde la más densa oscuridad… antes de levantarte una vez más victorioso, como siempre lo has hecho…

Llamó mi atención que en sus palabras destellaba una veta de esperanza. Sentía satisfacción y ciertamente alegría de la decisión que había realizado no sólo a nombre mío, sino a nombre de todo el mundo al sacrificar un aspecto de ese que fui… no pude, ni quise contener la sonrisa que se dibujó al instante en mi rostro, pues como si de una certeza se tratara, había sellado la ruta de mi propia travesía y firmado con una sonrisa mi destino, el cual pronto habría de ser gozado y heredado por toda la humanidad.

La doctora Werzehog escuchaba atentamente al relato de este sueño, manteniendo una mirada inmutada en su rostro de facciones impávidas. Hasta que una sutil sonrisa se dibujó en su rostro y comentó en mitad del relato.

  • Me agrada cómo has logrado transmutar a la criatura de la infancia en este sueño. El hecho de que hayas logrado entablar diálogos con esta sombra indica un avance importante con respecto a la integración de tu pasado, sobre todo con respecto a ese primer encuentro con la idea del suicidio y de tomar tu propia vida. Déjame hablarte brevemente de un libro que, si llegas a verlo alguna vez en una traducción del italiano, ¡no lo dudes y cómpralo! Se llama “El Elogio al suicidio por Andros”, aunque desafortunadamente es un libro prohibido en México, el autor traza una ruta diferente de la idea del suicidio fuera de su concepción hoy día normalizada en la sociedad, como una acción de lo más baja y más cobarde, para arrojar algo de luz en un tema por demás tabú y con peor connotación que la que se le ha dado al sexo, tema del cual hoy se habla abiertamente mientras que el suicidio parece pertenecer y quedar relegada por aquella esfera normalizada de la ética meritocrática. En dicho el libro, el autor hace un recorrido por algunos mitos de diversas culturas en las que las deidades toman su propia vida para poder dar origen a la creación de la tierra o de la vida misma, y que como consecuencia de ese acto, esa “energía del suicidio” quedó permeada en la existencia que nos lleva de igual modo a suicidarnos, “creando así nuevos comienzos para los que nos rodean”, uno de ellos es el mito de los Indios Lakota, en el que Inyan, el primero de los seres sagrados cuyo nombre significa “Piedra”, contenía todos los poderes dentro de sí y se encontraba antes de todos los seres, pero no quería estar solo, y para poder crear algo, “se abrió a sí mismo” y dejó salir su sangre, la cual era azul, pero al tratar de detenerse, no pudo, y perdió toda su sangre y todos sus poderes, los cuales quedaron vertidos a su alrededor dividiéndose en el cielo y el mar… entonces el segundo ser sagrado “Skan”, que era su sangre convertida ahora en el cielo y que había adquirido “consciencia”, ayuda o mejor dicho escucha la plegaria de Inyan para ser cubierto de un manto de tierra, que de igual modo adquiere consciencia y se llama “Maka”, nombre que se traduce como “tierra” (valga la redundancia), y ella de igual modo, le pide al cielo que cree algo para calentarla y adornarla dándole vida; entonces el cielo crea a Wi, el sol. En el mito dice, y así está escrito “Inyan entonces pasó de ser el 1er ser sagrado a ocupar la cuarta posición”. Y aunque tal vez difícilmente conozcas el trabajo del historiador Johansson K., Patrick sobre el “Nenomamictiliztli. El suicidio en el mundo náhuatl prehispánico” el cual es un trabajo elaborado por este profesor de la Facultad en Filosofía y Letras de la UNAM e investigador del Instituto de Investigaciones Históricas en la misma institución, en el cual relata de uno de los eventos más desgarradores de la historia oculta del México prehispánico, pero que al mismo tiempo encuentra su fundamento, en uno de los principios de la creación más inesperados de la narrativa que, por supuesto, quedó fuera del registro de las religiones monoteístas, denominadas también como “las religiones del libro”, pues es bien sabido que el náhuatl resulta de una tradición Oral.  “El nenomamictiliztli (señala el historiador) era una constante y una forma de imitar a los dioses. Valga recordar el mito de la creación del Sol y la Luna, cuando Nanahuatzin y Tecuciztécatl se autosacrificaron en una hoguera sagrada para conseguir el movimiento del universo (…) Con esto podemos decir que el autosacrificio nació en aras de la existencia. Yo creo que la primera muerte es la de los dioses que crean ese tiempo y espacio en el que dioses y humanos vivirán separados. Al final esa muerte es un suicidio”. Otro mito de nuestra propia cultura, es el mito Mexica en el cual Tezcatlipoca, el espejo humeante, se corta un pie y lo arroja al mar, para hacer que Cipactli, el cocodrilo y también la Tierra, salgan a tratar de devorarlo, para que en ese momento Quetzalcóatl, que baja con su lanza de luz, le corte la cabeza a Cipactli y con su cuerpo pueda crearse la Tierra.lgan a tratar de devorarlo, para que en ese momento Quetzalcóatl, que baja con su lanza de luz, le corte la cabeza a Cipactli y con su cuerpo pueda crearse la Tierra.

Honestamente, creo que el suicidio es un derecho humano. Confieso que si tengo un problema con la constante negativa por parte del sistema jurídico a facilitar las vías de «la muerte digna». Porque, si bien la privación de la libertad puede y es empleado como uno de los castigos más duros, el negarle el libre tránsito a una persona fuera de la vida que ya no quiere, luce como un faraón que le niega a sus esclavos el derecho de alcanzar la libertad, pues si tan libre es la voluntad de una persona para manifestar su vida de forma libre, tan libre debe ser el tránsito a la vida, como el tránsito a la muerte… es decir la paradoja es que tal pareciera que el castigo por el suicidio se transmite de forma pecuniaria a la familia con extensos y exhaustivos procesos burocráticos, ya que es en esa forma, según confiesan algunos juristas, es la estrategia empleada para obligar a alguien a quedarse, «para no dejar problemas». Mientras que en el polo opuesto, veo otro paradigma irresuelto que, al menos en lo que pueda ser mi disonancia cognitiva, luce tal como una negativa a «una vida digna»… ¿Cómo es posible que contando ya con la tecnología para la descentralización alimentaria, la negativa dada es que simplemente «el sistema no funciona»…? Bueno es que claramente hay muchos problemas con ese sistema que «no funciona» y es lo que provoca en sí mismo que llegar a la vida sea un pedo, que nacer sea un pedo, que vivir sea un pedo y hasta morirse es otro pedo… ¿Cómo podemos estar manteniendo a más de 60 billones de animales (hablando sólo de aquellos destinados a criadero y consumo cárnico), pero decimos que no alcanza para 8 billones de seres humanos? Y la pregunta es: ¿A que grupos les conviene y beneficia el funcionamiento del sistema en condiciones que claramente van contra la vida misma? Pienso que si a la gente se le facilita la posibilidad de marcharse de la vida cuando así lo consideren, sería más difícil hacer la decisión para quienes sienten que «se les ha cerrado la salida». La vida sería más bella, porque el ticket de entrada y salida es tan libre como el tránsito por la experiencia misma que es estar vivo. La muerte no debería ser un problema, (y es que ciertamente no supone un problema porque no hay nada que hacer al respecto, ésta llega con la vida) Y es que pensar en la muerte voluntaria como «delito», no puede sino llevar indefectiblemente a trazar el crimen de vuelta a su autor intelectual =Aquellos que no sólo prohíben la vida digna y libre, sino que además prohíben nuestra libre elección sobre el momento de nuestra muerte.

Y también creo honestamente que si la gente tuviera claro que la muerte no sólo es inevitable, sino que incluso vieran que ésta no existe como problema, pues es inevitable, nada que hacer al respecto, pues ser arrojado a la vida es estar condenado a la inevitabilidad de la muerte, no volverían a agachar la cabeza ante el yugo del sistema, tampoco correrían contra el reloj, que no es más que correr en contra de la vida misma tratando de alcanzar las expectativas, estándares, trofeos, medallas ni ideas del éxito que son todas ilusorias… La vida sería más bella e irónicamente nadie apresuraría su paso hacia la muerte, porque ésta llegaría tal como tiene que ser, tal como ha de llegar o como la persona que se suicida decida que llegue… pero pensar en la muerte voluntaria como «delito», no puede sino llevar indefectiblemente a trazar el crimen de vuelta a su autor intelectual, es decir aquellos que no sólo prohíben la vida digna y libre, sino que además prohíben nuestra libre elección sobre el momento de nuestra muerte. Paradójicamente para los moralinos que justifican la necesidad de un control de natalidad forzado en tantos países de manera legal, como china donde impera la política de un sólo hijo porque supuestamente la tierra y los recursos no alcanzan para todos, sin ver que alimentamos a más de 50 billones de animales, pero los recursos no alcanzan para 8 billones de humanos (fuck logic…), no es diferente a las naciones que, con su represión económica, hacen difícil, sino imposible para la mayor parte de nuestra generación por ejemplo, que el emprendimiento de un proyecto tal como convertirse en padre/madre de familia. Casi como si tener un hijo/hija, fuera la declaración de suicidio (o como mínimo el fin de la comodidad económica) de aquellos que deciden traer vida a este mundo (derecho biológico innegable dada nuestra naturaleza sexual/reproductiva)

«No por ser un acto desesperado, el suicidio es siempre una decisión irracional
El suicida se sabe derrotado. Todavía no está destruido, pero sí está derrotado, y sabe que esa derrota es irreversible, inmodificable. Como está derrotado, elige destruirse.

Solo el suicida sabe cuánto está sufriendo y cuánto cree que va a continuar sufriendo, si se impone la tarea agónica de seguir viviendo. Solo él sabe cuán invivible le resulta la vida que pesa como una carga, y está claramente lejos de ser «vida». El horizonte que se vislumbra en medio de la pesadilla es tormento, no vida. Por eso, el suicida, aun sin saberlo del todo, hace un cálculo racional. Fría y libremente se plantea los costos y los beneficios de seguir viviendo, de continuar arrastrándose por la vida y llega a la conclusión de que el costo de seguir viviendo es tan elevado que resulta inhumano imponérselo a sí mismo (o incluso a sus seres queridos…) Prescinde de la vida que tiene por delante porque considera que ese tramo final será un calvario, y bajo esos términos la vida ya no tiene sentido. Se ha convertido en una desgracia insoportable. El suicidio es una liberación, un descanso. No carece de racionalidad.»

Hay un acto de creación en la muerte, tal y como expresabas en tu sueño en estos diálogos que tuviste con el descarnado. Algo de ti ha muerto con tu amiga, y algo de ti ha cambiado y se ha fortalecido.

«Al despojarse de la vida, el suicida no desprecia la vida, solo desdeña la vida que tiene por delante. Decide prescindir de la vida horrible que percibe en su futuro, porque ha vivido una vida tan estupenda, tan plena, tan completa, que no quiere ahora afearla, ensuciarla. El suicida que se mata para no ir a la cárcel se aferra a la libertad, al honor, a los recuerdos felices de la vida que vivió. Prefiere usar su libertad para destruirse antes que entregar su libertad, el tesoro más preciado, para verse encerrado en un calabozo. El suicida, bien mirado, reivindica su libertad, glorifica su libertad, se libera de sus acusadores y carceleros. Matarse es la última decisión libre con la que gobierna su cuerpo y su espíritu. Se mata porque quiere ser libre hasta el último estertor.

Al mismo tiempo, el suicida abraza la muerte con un sentido trágico del honor. Considera que es una persona honorable. Se percibe a si mismo como alguien tan decente que no puede tolerar la indecencia de ser arrastrado a una mazmorra hedionda. Por ejemplo, un político que se mata para no ir a la cárcel nos está diciendo: un último sentido del honor me impide rebajarme a la indignidad de la cárcel, a la humillación de ser privado de mi libertad. Aun siendo culpable, y sobre todo siendo culpable, el suicida que elige la muerte sobre la cárcel está escogiendo también, en aquella decisión desesperada, la libertad y el honor sobre las indignidades que lo acechan, las de la cárcel y el deshonor.

El suicida, paradójicamente, ama la vida, no la desprecia. Ama tanto la vida que elige quedarse con el recuerdo de los grandes momentos que ha vivido, de los tiempos gloriosos y felices, y prefiere no vivir en adelante una vida horrenda, desgraciada, infeliz. El suicida ha sido tan libre, tan feliz, ha hecho con su vida exactamente lo que había querido, ha cumplido los propósitos que se impuso, que ese último tramo de la vida que tiene frente a sí le parece indigno de ser vivido, una continuación del todo inapropiada, escandalosamente inapropiada, para la vida estupenda que vivió y que ahora se termina porque él así lo quiere.

Cuando Hemingway se mató a los sesenta y un años, disparándose con una escopeta, quizás estaba diciéndonos que, como ya no podía seguir escribiendo, no quería seguir viviendo, pues su vida era escribir, y esa era la vida novelesca que había escogido, vivido y cumplido. Cuando Van Gogh se quitó la vida de un pistoletazo con apenas treinta y siete años, tal vez quería decirnos que ya había pintado lo que tenía que pintar y que vivir sin seguir pintando carecía por completo de sentido para él. Cuando Allende se suicidó con un fusil a los sesenta y cinco años, ya derrotado, los conspiradores a unos pocos pasos de apresarlo, probablemente pensaba que lo mejor de su vida había quedado atrás y lo peor estaba por venir. Cuando Mishima se hizo el harakiri a los cuarenta y cinco años, quería morir con honor. Todos ellos fueron suicidas valientes, corajudos. Ninguno se quitó la vida cobardemente. Se mataron porque habían vivido vidas espléndidas, heroicas, que no querían rebajar a la indignidad de la desdicha, la infamia, la deshonra.

El suicida que cree en Dios parecería más valiente que el ateo o el agnóstico. Quien duda de la existencia de Dios, o quien afirma su inexistencia, acaso piensa que el suicidio será un momento brevísimo de dolor y agonía y que enseguida sobrevendrá un viaje sosegado a la nada misma, a la disolución de la identidad, al descanso de no ser más quienes supimos ser. Pero el suicida religioso, que cree en lo Supremo, en lo Divino, en un Ser Superior que nos da la vida y nos la quita, se permite la insolencia moral de desafiar a su Dios particular. Piensa que será capaz de litigar con Dios y sus abogados y convencerlos de su inocencia. Cree que Dios se apiadará de él, tendrá compasión infinita y lo perdonará, entenderá las razones o las sinrazones de su suicidio. Quien se provoca deliberadamente la muerte es, entonces, varias veces optimista: cree que hay una vida eterna, cree que Dios lo perdonará, cree que será recompensado por Dios. El suicida ateo parece menos optimista o más lúcido: si continuar respirando se ha convertido en un dolor, elijo suprimir ese dolor, anestesiarme con la morfina de la muerte, y pasar a ser nada, nadie, polvo y olvido.

Y tampoco hay que pasar por alto la importancia que tiene para el suicida la opinión de sus seres más queridos: su pareja, sus hijos, sus padres, sus amigos íntimos de toda la vida. El suicida ve con espanto la posibilidad de que esas personas, a las que tanto ama, cuya opinión tanto respeta, lo vean caído, desgraciado, humillado, convertido en un despojo humano, o un residuo de lo que fue en aquellos tiempos perdidos de gloria y esplendor. El suicida quiere que sus familiares lo recuerden vencedor y no derrotado. Quiere desesperadamente que lo crean inocente, no culpable. No puede tolerar la idea de que esas personas duden de su grandeza, su honor. Por eso se mata. Para demostrarles que es grande, honorable, valiente, en el último acto de su vida. Se mata para que ese tribunal superior conformado por sus hijos, su pareja, sus padres, lo absuelva y exonere de toda culpa o sospecha, que lo considere una víctima inocente de un escarnio que no merecía. Es, pues, un acto de amor a ellos, a sus seres más queridos. Es una manera de decirles: los amo tanto, que no puedo soportar la idea de que vengan a visitarme a un presidio asqueroso, los amo tanto que no puedo tolerar la noción de que ustedes se avergüencen de mí. Por eso me quito la vida: para que ustedes, mis hijos, mi pareja, mis padres, no duden de mi honorabilidad, y me crean inocente, y sientan orgullo de mí hasta que podamos reencontrarnos en el más allá. Al morir, el suicida repudia, entonces, el cinismo o la ordinariez de presentarse ante sus hijos como una criatura bochornosamente defectuosa, imperfecta. No quiere que sus hijos lo recuerden así. Prefiere que lo crean un mártir, un héroe incomprendido, un dechado de virtudes, una víctima de la conjura de los necios, los malvados y los envidiosos. A esas alturas, la verdad se ha tornado neblinosa, evasiva. Lo que al final importa es la percepción que la familia tiene del suicida. Y quien se mata cree que, matándose, será percibido como una persona con un alto sentido del honor, tan elevado que el deshonor le resulta invivible, una desgracia insoportable de ser vivida.

Creo que no es por gratuidad que Camus escribió que el único problema filosófico realmente serio de la existencia humana era el suicidio. El suicida llega a la conclusión de que su vida carece ya de sentido. Nadie poseerá suficientes argumentos para impugnar esa terrible decisión final. Hemingway dijo que un hombre de carácter podrá ser destruido, pero jamás derrotado. El suicida se permite el último honor de elegir cómo será destruido y cómo firmará la rendición de su derrota.«

Lejos de parecerme «triste o lamentable» la despedida de quien decide tomar en sus manos . Honestamente me inspira un sentido hasta poético del máximo ejercicio de la última voluntad de aquel que, claramente, se encuentra satisfecho con lo que ha vivido y lo que ha edificado en y como él mismo

¡Y no hay que dejar de ver la ruta y el tiempo que llevó construirlo! No hay que darse por vencido hasta hacer lo que sea que uno considere que debe estar hecho. Y aunque puede que a este ejercicio de voluntad no corresponda un aplauso, ciertamente no merece el silencio y sin lugar a dudas, tampoco merece el castigo o la culpa de las narrativas religiosas monoteístas. Siempre extiendo un cordial y caluroso abrazo; hasta donde sea que se transmute la esencia de esa chispa divina en cada uno; al valor y responsabilidad consciente de quien claramente ha hecho un juicio racional y sensato para distinguir entre lo que genuinamente es calidad de vida, en goce, disfrute y aprendizaje.

Como reza la máxima Sartreana: «Somos para la muerte». Un enorme y caluroso abrazo para quien igual, y mucho más valiente, decide quedarse en la vida (no es fácil, claro que no es fácil quedarse a contemplar la belleza del gran misterio que es la vida, porque a veces la mucha luz, puede ser como la mucha sombra = no deja ver. Sobre todo cuando las dificultades ciegan tanto como la noche y entre tantos tumbos uno no quiere sino acostarse y no volverse a levantar… y allí en silencio, esperar de nuevo la luz del día… requiere valor, mucho valor…) Quien no abraza la muerte y se aferra a la vida a pesar de que las condiciones para la misma están lejos de ser todo lo que la vida en plenitud realmente tendría que ser, comete una traición y un acto de cobardía contra sí mismo (la cual es a mi particular parecer, aún más grande que la supuesta denuncia <claramente extendida por gente igualmente cobarde> hacia aquellos que ejercen en ese último movimiento de la voluntad, la declaración de: «Yo no esperaré temeroso la inevitabilidad de la muerte. Al contrario, nacer significa estar condenado a la muerte, la cual es inevitable, invencible y cuando la vida ya no es vida, ciertamente es irresistible»…

  • Creo que he empezado a darme cuenta que éste viaje, no ha sido para descubrir y entender, sino para reconocer y aceptar, para dejar de huir y perdonar…
    • ¿Cómo dirías que has visto integrado ese perdón?
    • Déjeme que le cuente un último relato antes de que concluyamos esta sesión doctora…

Usted que me conoce, sabe lo mucho que me gustan las plumas de las aves. Y el día de ayer, me encontré un ave muy hermosa, un Celestino. Lo encontré muerto a un lado del camino, y lo levanté entre mis manos. Tenía un plumaje azul cielo con destello tornasolados en el lomo, como el iridiscente arcoíris en el plumaje del colibrí. El ave no llevaba mucho tiempo muerta, se notaba en la “flexibilidad de los músculos del cuello” y las alas, las cuencas de los ojos aún conservaban aquel brillo de la vida ahora ausente en él… Y pasó algo mientras estaba sujetando a esa ave entre mis manos. Sentí un diálogo con el ave, un diálogo que desde luego ocurría solo dentro de mí, no obstante, este diálogo parecía tan “íntimo”, qué tal vez impulsado por mi propia “necedad y deseo” de atribuirle vida a un ente que simplemente ha dejado este mundo para hacerme creer a mi mismo en un “más allá”, así dialogue con el ave:

  • Mi hermanito, has dejado atrás hasta tú plumaje… y a pesar de que ahora me siento tan tentado a tomar una sola de tus invaluables plumas, con las cuales podría hacer un hermoso un pendiente para encantar  a la mujer que desee… ahora me veo obligado a cuestionarme… ¿por qué he puesto un valor sobre tus brazos, tu cuerpo, tu cabello y lo llamo mío cuando tu has sido tan valiente que ahora hasta has dejado tu corona de hermosas plumas atrás, e incluso tus hermosas y poderosas alas para elevarte hasta el cielo? ¿Por qué me he aferrado tanto a este iluso valor que puesto «en las cosas” el cual no está en las cosas sino en la vida misma?

Yo tomo una pluma tuya, pero esta pluma es para ti como un dedo… ¿y si no te llevas ni esto contigo, porque tomo entonces tus plumas mi hermanito?

¿Poseo la vida?

¿Poseo la muerte? ¿La muerte me posee? ¿Estoy poseído por mi temor a la muerte?

¿Poseo algo…? ¿Necesito algo?

Me di cuenta que un anciano me observaba a unos cuantos metros adelante, me acerqué a él, pero tan pronto advirtió el cadáver del ave en mis manos, comenzó a hacerme señas demandando que mantuviera la distancia, no me acerqué más, el origen de su temor era tan evidente como el rostro de la muerte depositado entre mis manos, más aún con la alarma desprendida a consecuencia de esta plandemia; sin embargo, traté de explicarle:

  • «Es que jamás había tenido la oportunidad de ver uno de éstos tan de cerca, es hermoso…»
  • No me entendió y respondió: «No, thank you…»

Percatándome de la brecha lingüística, cambié al idioma inglés de inmediato y le respondí:

  • «I´m not trying to sell it…>>

Su mirada cambió instantáneamente, y proseguí:

  • «I was trying to tell you that it´s the first time that I have ever got a chance to see one of these such a close distance. I mean, I´m going to wash my hands obviously; nevertheless, it´s just that sometimes life it´s right there for us to explore it, and we have to get beyond «that step of our fears and believes» to be able to get to know it… right?
  • «You are not from here are you?» (me respondió)
  • No jaja (repliqué)
  • «Where are you from?» (preguntó)
  • «Méshico» (concluí…)

Seguí caminando al costado de la banqueta, con el ave depositada en la palma de mis manos, y a medida que me acercaba al pueblo. Le canté una canción al ave, un lullaby Lakota para despedir su ser y su cuerpo de todo lo que alguna vez fue, después sentí que dijo:

  • “Hermano deposítame a la sombra de ese árbol y déjame allí”

Así lo hice. Es de las pocas veces que no tomo una pluma cuando encuentro la oportunidad. Pero quise honrar la visión que tuve. Para permitirme a mí mismo de igual modo soltar todo lo que en este momento me preocupa y no me deja vivir.

No nos llevamos nada… ni siquiera este cuento…

Puedo soltar…

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Fin del Capítulo 2

El Espejo… Ilustración en grafito con intervención digital

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